â¿Cómo estás, Francisco? Hace ya varias semanas que no hablamosâ, me dijo un amigo en un reciente llamado telefónico. âYo estoy bien y espero que tú y tu familia también estén todos bien.â Le respondí. Y entonces él dijo: â¿Alguna novedad?â
La conversación continuó por varios minutos, enfocándose en los temas más triviales que abundan en ese tipo de conversaciones. Sin embargo, un pensamiento me vino a la mente y allí continuó por cierto tiempo incluso después de haber terminado de hablar con mi amigo: ¿Cómo es eso de âalguna novedadâ? ¡Hubo muchos cambios desde la última vez que hablamos!
De hecho, en las pocas semanas entre una conversación otra con mi amigo, científicos descubrieron una nueva forma de quark (uno de los componentes básicos de la materia) que hasta ahora se desconocía que podía existir. Y otros científicos crearon un âcristal del tiempoâ, es decir, una estructura estable, pero fluctuante a la vez.
En otro notable avance, científicos afirman haber descubierto el área del cerebro humano que âfiltraâ la realidad, permitiendo que algunas señales lleguen a nuestra consciencia y otras señales, similares en intensidad y duración, pasen desapercibidas.Â
Además, ya se realizan experimentos para determinar de qué manera cambiará el ADN de los humanos que vivan permanentemente en Marte y, por lo tanto, para determinar si esos cambios pueden o deben hacerse antes de que esas personas viajen a Marte. Dicho de otro modo, estamos a punto de crear verdaderos marcianos.
Esto no es ciencia ficción. La herramienta tecnológica CRISPR, usada para editar genes, ya se usa para detener raras enfermedades, por lo que se anticipa que en el futuro cercano CRISPR será usada para âotros objetivos terapéuticosâ.Â
Y esos son solamente algunos de los muchos avances que seguramente en poco tiempo transformarán por completo nuestras vidas. Mientras tanto, mi amigo y yo hablamos de trivialidades, como si nada hubiese pasado en el mundo en las pocas semanas durante las cuales no nos comunicamos.Â
Obviamente, no podemos estar âcorriendoâ continuamente detrás de cada avance tecnológico o de cada descubrimiento científico, de la misma manera que resulta ridículo âperseguirâ cada nueva moda o cada nuevo âídoloâ.Â
Los ejemplos enumerados arriba no son una invitación a leer historias de ciencia y tecnología (aunque creo que es beneficioso hacerlo), sino a expandir la consciencia sobre la rapidez de la transformación y el irreversible impacto de esa transformación en nuestras vidas y en nuestro futuro.Â
Sin embargo, a pesar de que cada día nos alejamos más y más de un pasado estable y conocido para llegar a un futuro en constante fluctuación (âTodo fluyeâ, decía Heráclito) y desconocido sólo para quienes no quieren conocerlo, a pesar de ello, nos negamos a expandir nuestra conciencia.Â
Entonces, la ânovedadâ se reduce a lo que le suceda a esta âcelebridadâ o a aquella otra, o a alguna declaración intencionalmente controversial, o a una nueva tendencia en las redes sociales. Así, se pierde la visión de lo verdaderamente nuevo y entonces se cierra la conciencia del futuro.Â
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