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Project Vision 21

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El futuro llegó y nosotros miramos en la dirección opuesta

Recientemente, un muchacho joven me dijo que estaba buscando trabajo y me pidió que, si yo sabía de alguna oportunidad en su área de interés, le informase. Poco después, se presentó una oportunidad que inmediatamente compartí con él, sólo para enterarme días más tarde que él no la había aceptado.

Le pregunté por qué había rechazado la oportunidad y su respuesta fue clara. “Yo no quiero trabajar todo el día en un sótano hablando por teléfono para escuchar los problemas de las personas”. El argumento, aunque aceptable, tenía un gran problema: no se ajustaba a la realidad.

El trabajo del que yo le había hablado era en una amplia y luminosa oficina en un edificio comercial de fácil acceso y amplio estacionamiento. No era un sótano. Y el trabajo consistía en hacer presentaciones de educación comunitaria, no en escuchar problemas por teléfono. 

Le pregunté entonces al muchacho cómo y por qué había llegado a una conclusión tan distante de la realidad y me dijo que hace algunos años él había buscado trabajo en una organización similar y que la entrevista inicial había sido en un sótano donde había personas atendiendo llamadas telefónicas. 

Quizá esa experiencia fue tan traumática o memorable que la única opción para este muchacho fue aferrarse a ella y proyectarla en el futuro y en el presente en cada oportunidad posible, asumiendo (erróneamente) que lo sucedido en el pasado le serviría para entender el futuro y decidir sus acciones sobre esa base.

Pero cuando ese futuro llegó y no era lo que él esperaba, en vez de cambiar sus expectativas y su manera de entender, en vez de abrir su mente y su corazón a otras posibilidades, este muchacho se encerró dentro de su creencia y, como consecuencia, quedó atrapado en su pasado, sin poder entrar al futuro.

Seamos honestos: todos estamos en esa situación. Nos aferramos a un pasado, aunque sea imaginario y nostálgico, sin, por eso mismo, poder ver el nuevo futuro y, como consecuencia, sin poder crear un mapa mental del nuevo futuro.

Por ejemplo, en los últimos días, se publicaron historias sobre la creación de “metales líquidos” (al mejor estilo Terminator), robots inteligentes personales, fotografías de interacciones cuánticas, y progreso en la conexión entre cerebros humanos y máquinas inteligentes (Neurolink, de Elon Musk.)

Además, continúa mejorando la preparación para viajes comerciales al espacio, ya existen vidrios (cristales) inteligentes que “saben” lo que tienen a su alrededor y almacenan esa información, y los robots creadores (músicos, pintores) ya comienzan a ser contratados en reemplazo de humanos e incluso ganan premios antes reservados a los humanos. 

Si no entendemos todo lo que eso significa, es porque todavía vivimos encerrados dentro de nuestro propio sótano mental, emocional, intelectual y espiritual, donde, sea por miedo o por narcisismo, sólo vemos y creemos las fantasías que nosotros mismos hemos creado. 

Mientras tanto, el nuevo futuro ya ha llegado, y nosotros, como lo hizo el muchacho de la historia, lo rechazamos porque no se ajusta a lo que creíamos. 

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