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Una historia triste, sin final feliz y con pocas lecciones

Francisco Miraval

En ocasiones, el camino del periodismo nos lleva al encuentro de historias que resultan extrañas, conmovedoras, sin sentido, tristes y hasta deprimentes. Tal es el caso de la historia del Juan Ramírez.

Ramírez, 33, reside en el estado de Nebraska desde niño. Ya casi al final de su adolescencia, Ramírez se encontró en serios problemas legales y judiciales debido a posesión de armas de fuego robadas. Además, fue convicto de robo y eventualmente condenado a servir una sentencia de 15 años en prisión.

La sentencia de Ramírez termina en abril de 2015. Pero Ramírez fue un preso modelo, según el reporte del Servicio Penitenciario de Nebraska. De hecho, es alguien de buena conducta que no representa un riesgo de seguridad. Además, forma parte de un programa de rehabilitación laboral que prepara a los reclusos para reintegrarse a la sociedad.

Por eso, Ramírez puede obtener su libertad condicional el mes próximo (agosto de 2013), un año y medio antes de la fecha establecida para su libertad definitiva. O por lo menos ese era el plan hasta la semana pasada.

El miércoles 10 de julio, Ramírez y otros presos estaban trabajando en su programa de reinserción social cerca de Lincoln, Nebraska, cuando, según las autoridades, Ramírez habría entrado en una vivienda, aparentemente con intenciones de robo. El hecho se descubrió al día siguiente, jueves 11 de julio, y Ramírez fue trasladado hasta la ciudad  de Lincoln para ser interrogado sobre el incidente.

Tras el interrogatorio, que duró casi toda la mañana, las autoridades determinaron que Ramírez debía regresar a la cárcel, por lo que lo ubicaron dentro de un vehículo del servicio penitenciario.

Poco después del mediodía del jueves, al ser trasladado al Centro Penitenciario Comunitario de Lincoln en un vehículo de esa cárcel, Ramírez abrió la puerta del vehículo, saltó del mismo y se dio a la fuga cerca de la calle 27 y la Carretera Nebraska 2, en el sureste de Lincoln.

Personal penitenciario, junto con la policía local y la patrulla estatal, iniciaron entonces una intensa búsqueda que culminó poco después de las 3:30 pm (hora local) del jueves en un parque de Lincoln a un kilómetro y medio de donde se había producido la fuga.

En declaraciones a los medios locales, Larry Wayne, subdirector del Departamento Penitenciario de Nebraska, puntualizó que, hasta el momento de esas declaraciones, no se había presentado cargos de robo contra Ramírez con respecto al incidente del miércoles 10 de julio. Y dijo que casi con seguridad no se le concederá a Ramírez la libertad condicional dentro de un mes.

De hecho, es posible que la sentencia de Ramírez ahora se alargue.

¿Qué lección se puede aprender de esta historia? No lo sé. Pero me deja un sabor amargo saber que alguien estuvo tan cerca de pagar su deuda con la sociedad y de quedar en libertad, pero ahora esa posibilidad ya no existe para esa persona.  ¿Cuántos de nosotros seguimos presos (de lo que sea) a pesar de estar cerca de la libertad?

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