Project Vision 21

Francisco Miraval

Parece ser que somos la última generación de seres humanos más inteligentes que nuestras propias creaciones, algo que me resulta extremadamente desagradable porque no me gustaría ser ni “la última generación” ni menos inteligente que la inteligencia artificial creada por nosotros.

Obviamente, lo que yo quiera o a lo que a mí me agrade es irrelevante en el constante de cambios profundos y constantes que, nos guste o no, transforman nuestras vidas y nuestro futuro. Pero nunca antes en la historia de la humanidad las “máquinas” creadas por nosotros nos habían superado o estaban a punto de hacerlo.

Dicho de otro modo, en poco tiempo, y quizá ya esté sucediendo, los humanos dejaremos de ser la especie dominante en este planeta. El cambio de especie dominante en la tierra no es nada nuevo. Por ejemplo, es verdad que los reptiles dieron paso a los mamíferos, y luego a los primates y luego a los humanos. Pero creíamos que allí se terminaba el proceso.

Por eso, resulta problemático pensar que quizá nosotros no somos sino las larvas de entidades suprahumanas. Quizá sólo hemos servido como incubadoras, como suelo fértil para la existencia trans-humana. Y nos toca a nosotros, a nuestra generación, ver esa transición.

Dije antes que no quiero pensar en ser la “última generación”. De hecho, me gustaría ser la última generación de humanos que enfrente enfermedades incurables o que no pueda resolver la pobreza u otros grandes flagelos sociales. Y me gustaría ser la última generación de humanos que explote sin límites al planeta. Pero no quiero ser simplemente “la última generación”. Aunque parece que hacia allí nos dirigimos.

Pero, desde otra perspectiva, ¿cuán inteligentes deben realmente ser los robots y las máquinas con inteligencia artificial, los llamados trans-humanos sintéticos, para ser más inteligentes que los humanos? Quiero decir, ¿somos los humanos tan inteligentes como creemos que somos?

Después de todo, tras decenas de milenios de existencia y unos pocos miles de años de civilización, aún seguimos matándonos unos a otros y aún seguimos destruyendo al planeta. Y ese proceso de destrucción propia y del ambiente parece acelerarse.

A la vez, la injusticia parece triunfar en muchos lugares. Las tensiones entre culturas y religiones se ven por doquier. Y la disparidad económica y social, a pesar de ser tan aguda y con incontables resultados negativos, es algo tan difundido que hasta ya lo consideramos normal e imposible de resolver.

Los ejemplos de nuestra propia falta de inteligencia colectiva podrían fácilmente multiplicarse, pero no es necesario hacerlo porque es suficiente mirar las noticias o leer los mensajes en las redes sociales para cuestionar seriamente nuestra inteligencia. Por eso, insisto en que la inteligencia artificial no necesita ser tan inteligente como para superarnos.

Con cierta frecuencia me preguntan si yo creo que algún día se encontrarán seres inteligentes en otros planetas. Mi respuesta siempre es la misma: me asombraría que algún día se encontrasen seres inteligentes en este planeta. Y no es que no lo somos o que no podamos serlo.