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Por qué soy y a la vez no soy (solamente) Charlie

Francisco Miraval

Luego de la matanza de doce personas en las oficinas de una publicación satírica en París, el lema “Yo soy Charlie” (en referencia de Charlie Hebdo) se repitió una y otra vez en solidaridad con las personas asesinadas y en contra del terrorismo y de la intolerancia. También yo me sumé a esa campaña, pero ahora, con más calma, debo aclarar por qué soy y a la vez no soy Charlie.

Aclaremos primero la parte negativa. No soy Charlie porque carezco de la creatividad, de la imaginación y de los recursos que Hebdo tenía para llegar con su mensaje a tantas y tantas personas. Lo mío es mucho más limitado: una historia aquí y un comentario por allá. Y sin caricaturas.

Tampoco soy Charlie en el sentido de ganarme la vida burlándome de las personas o de las creencias o acciones de ciertas personas. Me dedico, eso sí, a desafiar a las personas para que analicen lo que piensan y las consecuencias de lo que piensan. Pero trato de no burlarme, no por lo menos sin darles la oportunidad de hacer lo mismo conmigo.

Y tampoco soy Charlie, como tantos otros de nosotros no lo somos, porque (Dios no lo quiera) si algo malo llegase a pasarnos, no creo que llegásemos a ver una movilización de millones de personas ofreciendo su respaldo y pidiendo paz y justicia.

Pero eso no significa que, desde otra perspectiva, yo no pueda identificarme con Charlie. Pocas veces (pero me ha sucedido) he tenido en mi oficina a personas enojadas por algo que escribí o dije. Uno no es perfecto y, a pesar de toda la atención que uno le dedique, a veces se escapa algún “herror” y a veces las palabras se pronuncian más rápido de lo que el cerebro la piensa.

En otras palabras, estoy seguro que durante mi vida he dicho hasta sin darme cuenta suficientes tonterías como para hacer enojar a más de una persona.  Hasta el momento, siempre ha habido una cierta compasión, tolerancia, entendimiento y hasta perdón que en ocasiones, pero no siempre, me llevó a la reflexión. Creo que Charlie merecía esas mismas actitudes.

Si vamos a actuar con violencia y a matarnos unos a otros por las tonterías que alguien hace o dice, entonces en poco tiempo no quedaría nadie vivo en este planeta. Y además, lamentablemente, ya hemos encontrado muchas otras formas de matarnos unos a otros, mayormente sin motivo.

Por eso, como dije en el título, no puedo ser solamente Charlie. También tengo que ser el estudiante mexicano desaparecido, la niña nigeriana secuestrada, el cristiano iraquí decapitado, el agricultor de la India desalojado de su propia tierra por alguna multinacional y hasta el joven hispano a quien su consejero le “aconseja” no seguir estudiando.

Soy Charlie y me emociona ver la solidaridad con Charlie. Pero estoy seguro que estaría llorando sin parar si viese esa misma solidaridad para todas las otras tragedias. Sólo entonces la solidaridad será global y la creatividad reemplazará a la violencia.

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