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Obras abnegadas promueve la salud y la reconciliación comunitaria

Francisco Miraval

En la madrugada del 20 de julio del 2012, mi teléfono sonó inesperadamente. Era mi editora de la Agencia de Noticias EFE, despertándome para decirme que había habido un tiroteo dentro de un cine en Aurora, Colorado (donde vivo) y que tenía que comenzar a escribir historias inmediatamente sobre el tema.

Un año después, aquel fatídico día sigue teniendo un fuerte impacto negativo en la comunidad, pero, como dijo el alcalde de Aurora, Steve Hogan, en la ceremonia de conmemoración de los 12 muertos en aquella masacre, no vamos a permitir que las malas acciones de una sola persona nos dejen marcados para toda la vida.

Por eso, el alcalde Hogan invitó a la gente a transformar el aniversario de aquella tragedia y cada día de ahora en más en un día de servicio a otros, especialmente a los desconocidos, porque esos desconocidos, dijo Hogan, podrían necesitar nuestra ayuda en cualquier momento, o quizá nosotros necesitamos repentinamente ayuda de desconocidos.

Debo confesar que me pareció que el llamado de este alcalde a dedicarse a los otros, a “hacer el bien sin mirar a quien” (como dice el refrán) está fuera de lugar en una sociedad cada vez más súper-individualista y casi narcisista, en la que las tres personas más importantes de mi vida son yo, yo y yo en ese orden.

Pero es precisamente ese súper-individualismo narcisista el que aparentemente lleva a las tragedias y masacres que lamentablemente son cada vez más comunes en nuestra sociedad.

En otras palabras, cuando se ve al otro no como “otro como yo”, como “un amigo a quien todavía no conozco”, sino como a un obstáculo que debe ser eliminado (por el motivo que sea, real o imaginario), entonces, como consecuencia, esa actitud de creerse el centro del universo y el universo entero lleva a la destrucción del otro, sin importar cuán inocentes sean esas otras personas.

En ese contexto, el pedido de dedicarse con abnegación a ayudar a otros, a los desconocidos, a aquellos de quienes nada sabemos y de quienes nada esperamos, tiene no solamente mucho sentido, sino que también tiene o tendrá un gran impacto terapéutico en la comunidad, al promover la sanidad social y la reconciliación comunitaria.

En el caso de Aurora, las palabras se llevaron a los hechos y el 20 de julio de 2013 cientos y quizá miles de personas participaron como voluntarios de varios eventos, incluyendo sesiones de ejercicios espirituales, terapia por medio del arte, clínicas de consejería sobre salud mental y actividades deportivas.

Otros voluntarios plantaron árboles, escribieron mensajes en el llamado “Muro de Sanidad” y prepararon comidas que luego fueron entregadas a ancianos y personas discapacitadas.

Reid Hettich, pastor de una iglesia multicultural en Aurora, caracterizó el enfoque de abnegados trabajos comunitarios como una expresión concreta de la famosa oración de San Francisco de Asís: “Haz de mí un instrumento de tu paz.”

Mi oración es que lleguemos a ser instrumentos de paz antes de la próxima tragedia, para prevenirla, y no después de lamentarla.

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