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No sabemos quiénes somos y ahora quizá nunca lo sabremos

Este es el tema: la inteligencia artificial está cambiando nuestro lenguaje y, por lo tanto, cambiando nuestro cerebro. Y, al hacerlo, nos hace dudar de nosotros mismos y, como consecuencia, nos genera una incertidumbre cada vez mayor sobre lo que significa ser humano y sobre nuestro propio futuro como humanidad. Ahora, expliquémoslo. 

Según una reciente publicación por Byron Reese, gerente general de GigaOM (empresa líder a nivel global en investigaciones de nuevas tecnologías) en el sitio de la Escuela de Economía de Londres, nuestro lenguaje ha comenzado a cambiar para adaptarse a la nueva realidad presentada por la inteligencia artificial. 

No se trata solamente de palabras que ahora son de uso cotidiano, como “hashtag” o “chat”, sino nuevas palabras que representan nuevas situaciones en la que los humanos nos encontramos debido a la inteligencia artificial. 

Por ejemplo, dice Reese, ya se usa la palabra iaporía, mezcla de IA (inteligencia artificial) y aporía (una situación contradictoria y sin salida). El nuevo concepto se aplica específicamente a aquellas situaciones en las que un humano no sabe si está hablando con otro humano o con un IA, y no tiene forma de saberlo o de determinarlo.

Debo confesar que me he visto en esa situación varias veces recientemente, por ejemplo, al hacer reservaciones en un hotel e incluso en algo tan sencillo como pagar mi servicio mensual de Internet. 

Y conozco personalmente el caso de un muchacho que se desilusionó profundamente al enterarse que la muchacha con quien él hablaba en línea todos los días sobre temas de cómo recuperarse de adicciones no era una persona de carne y hueso, sino un algoritmo programado para responder a preguntas sobre ese tema.

Reese propone varias otras palabras, entre ellas, ianigna, mezcla de IA y enigma, para describir el hecho de que los seres humanos cada vez comprendemos menos las decisiones que toma la IA, como el listado de los sitios web en los buscadores o lo que podemos o no podemos ver en nuestras redes sociales. 

Pero a la vez que eso sucede y precisamente porque eso sucede, queda claro que la inteligencia artificial y la tecnociencia que nos rodean ya han superado ampliamente nuestra capacidad de entenderlas y nuestros parámetros éticos y morales, para parafrasear al argentino Andy Stalman, considerado como uno de los expertos globales en marcas (branding). 

En ese contexto, dice Stalman, los humanos hemos comenzado a dudar de nuestra propia inteligencia y, por eso, tanto nos enfocamos en quién es más inteligente, si nosotros o nuestros teléfonos, que dejamos de lado otros elementos claves del hecho de ser humanos, como la bondad, la generosidad, la empatía y la creatividad.

En definitiva, agrego yo, nos estamos olvidando de quiénes somos o de quiénes podríamos ser, y hasta nos estamos olvidando que del olvido. Ya no nos creemos irremplazables porque ya no creemos en nada. 

Y mientras algunos buscan refugio en un inexistente pasado nostálgico o sueñan con una nueva utopía para el futuro, la mayoría simplemente hemos dejado de pensar. 

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