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No estoy seguro de aprobar Introducción a la Basurología

Francisco Miraval

Uno de los pequeños (aunque engañosos) placeres de la vida es acumular cada semana los desperdicios dentro de sus bolsas correspondientes, depositar las bolsas en el contenedor de residuos y, en el día indicado, ubicar el contenedor para que el camión recolector de residuos cumpla con su tarea.

El generar residuos o desperdicios, e incluso elementos para ser reciclados, es una especie de reconocimiento, de premio, a la capacidad que uno tiene de “desperdiciar”, de desechar, es decir, de ser parte de una sociedad de hiperconsumo y descontrol que nos recompensa por crear basura.

Y parte de esa recompensa es que, con la misma facilidad que se crear la basura, esa basura desaparece de nuestra vista: del cesto de papeles a la bolsa de basura, de la bolsa al contenedor, del contenedor al camión y del camión vaya uno a saber dónde, pero eso ya no nos importa.

En definitiva, ¿qué puede ser más fácil que sacar la basura a la calle para que se la lleve el recolector de residuos? De hecho, es tan sencillo que durante años delegué esa tarea en mi hijo, pero ahora que él ya está en la universidad, debí hacerme cargo una vez de este ritual semanal. Sin embargo, las cosas ya no son tan sencillas como antes.

Recientemente recibí un cuadernillo enviado por la municipalidad local (en inglés y en español, porque quieren estar seguros que lo voy a entender) sobre los pasos a seguir para sacar la basura a la calle. Más que una serie de consejos, es un manual de Introducción a la Basurología. Y si esa fuese una clase real, no creo que yo aprobaría el examen final.

Resulta que si uno corta el césped de la casa o junta las hojas caídas de los árboles, el césped cortado y las hojas deben ir dentro de ciertas bolsas específicas. Y si uno tiene que podar los árboles, las ramas que uno arroje a los residuos deben ubicarse dentro de ciertas medidas, tamaños y pesos

Además, existen restricciones en cuanto a las latas, cartones o bolsas que uno puede usar para disponer los desechos normales de la casa. El tamaño de las bolsas y de los contenedores está restringido, como también lo está el peso máximo de esas bolsas y contenedores.

El folleto en cuestión también informa que la municipalidad local no recoge elementos químicos, ni peligrosos, ni desechos biológicos, ni medicamentos, ni tampoco pinturas, ni la mayoría de los artefactos electrónicos. Para ello, hay que llamar a distintas agencias o compañías.

Si uno quiere deshacerse de elementos grandes (como muebles), se debe llamar con anticipación a la empresa de recolección de residuos y esperar de una a dos semanas a que vengan a buscar el objeto. Pero la empresa, a su sola discreción, puede decidir que el objeto es demasiado grande y, por lo tanto, rehusarse a llevarlo.

Si no fuese porque esta Introducción a la Basurología es real, hasta sería cómico. Me pregunto qué debo hacer con ese librito…

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