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Los osos polares ahora comen delfines, ¿y los humanos a quién?

Francisco Miraval

Según parece, el cambio climático ha llevado a los osos polares a cambiar su dieta que ahora incluye delfines. Esos animales hasta ahora pocas veces se encontraban en la misma área, pero un clima más cálido, dicen los expertos, permiten que los delfines se lleguen más al norte, donde se transforman en presa de los osos polares.

La estrategia de los osos polares es simple: esperan que los delfines salgan a la superficie a respirar y allí los atrapan. El oso observa cuidadosamente qué agujero en el hielo frecuentan los delfines para salir del agua a obtener oxígeno y, cuando así lo hacen, los espera la muerte.

La nota sobre la nueva dieta de los osos polares dice que uno de los problemas para contar este cambio en la conducta de esos osos es que tanto los osos polares como los delfines son especies que despiertan alta simpatía entre los humanos y, por lo tanto, nosotros, los humanos, no queremos enterarnos que una especie come a la otra.

Ahora bien, nosotros, los humanos, también estamos en este planeta y sean cuales fueren las causas del cambio climático, si se acepta que se cambio está sucediendo, entonces también nos va a afectar. ¿De qué manera cambiará en ese momento nuestra conducta?

Imaginemos por un momento que algunas personas, distintas de nosotros, deciden hacer lo que ahora hacen los delfines y viajan desde el sur hacia el norte para buscar oportunidades de las que carecen en su lugar de origen y que la nueva situación económica, social, cultural, tecnológica y  climática les proporciona.

Como los delfines, cuando esas personas llegan al “norte” (sea como fuere que se lo defina) permanecerán mucho tiempo debajo del agua, o en las sombras, o volando por debajo del radar, o como quiera categorizarse la vida de los recién llegados.

Pero, como los delfines, cada tanto necesitan “salir a la superficie” para “respirar” (acceder a servicios, estudiar, recibir atención médica). ¿Qué les pasará a esas personas cuando “asomen la cabeza” y anuncien su presencia?

Si el cambio climático obliga a “simpáticas” especies a perder su simpatía y volverse enemigos, ¿perderemos nosotros también nuestra simpatía los unos por los otros y nos transformaremos en enemigos?

¿O solamente nos preocuparemos de quienes resultan devorados por el mundo actual si los devorados son simpáticos y atractivos, pero no si no lo son?

Que un oso polar coma focas no es noticia, porque se considera algo normal y natural. Que miles de inmigrantes mueran al desplazarse de sur a norte ya casi no es noticia. ¿Será porque también ya se lo considera como algo normal y natural?

Obviamente, no hace falta esperar un cambio climático para que nos transformemos en enemigos de otros seres humanos, sin importarnos cuán inteligentes o desesperados sean esos humanos. Hace ya 22 siglos Plauto decía que “el ser humano es el máximo depredador de otros seres humanos”.

¿O escucharemos a Séneca y a Hobbes, quienes desde distintas perspectivas proponen la mutua sacralidad de los seres humanos?

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