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La nueva realidad lingüística nos ofrece desafíos y oportunidades

A veces las noticias se superponen de una manera tan creativa y hasta casi cómica que resulta difícil escapar a la conclusión de que quizá haya un libretista secreto, divirtiéndose al generar confusos pensamientos y emociones entre sus insospechadas víctimas.

Sea como fuere, con o sin libretista secreto, la semana pasada dos historias llamaron mi atención. Cuando ambas se consideran juntas, surgen inquietantes preguntas.

Por un lado, según Humberto López Morales (cubano), ex secretario general de la Asociación de Academias de la Lengua Española, hacia el 2050 el español será el segundo idioma más hablado en el mundo, sobrepasando al inglés y ubicándose sólo detrás del chino, que mantendrá el primer lugar.

Además, puntualizó López Morales, Estados Unidos será el país con mayor cantidad de hispanoparlantes, superando a México y a España.

Por otro lado, según la Dra. Lourdes Gouveia, directora de la Oficina de Estudios Latinos y Latino Americanos (OLLAS, en inglés) de la Universidad de Nebraska en Omaha, sólo el 4,5 por ciento de los no inmigrantes de Nebraska habla un idioma que no sea el inglés.

A su vez, casi el 5 por ciento de los inmigrantes hispanos habla solamente inglés, mientras que un 77 por ciento habla “algo de inglés”, incluyendo dentro de ese grupo a un 23 por ciento que habla inglés “muy bien”.

Sin embargo, más del 95 por ciento de esos mismos inmigrantes siguen hablando español, idioma que también habla casi la mitad de los latinos nacidos en Estados Unidos.

La superposición de las dos noticias parece indicar que el crecimiento en el número de hispanoparlantes en Estados Unidos va acompañado por el deseo por parte de la mayoría de esos inmigrantes de hablar inglés, sin que haya un deseo similar (es decir, al mismo nivel porcentual) por parte de los no inmigrantes de aprender español.

Al presentar sus predicciones durante una reciente ceremonia en Sevilla, López Morales puntualizó que “la lealtad lingüística es un hecho”, es decir, los inmigrantes hispanos tienden a mantener su idioma, pero esa lealtad no excluye aprender inglés, sino que se desarrolla en “situaciones bilingües perfectamente equilibradas”.

Entre los inmigrantes latinos, mantener el español es una manera de fomentar lo “cohesión social”, según el catedrático cubano, mientras que aprender inglés significa “el pasaporte a la obtención de un empleo”. Y si uno es bilingüe, mejores posibilidades tiene de conseguir un trabajo mejor remunerado.

Pero precisamente allí, en la obtención de buenos empleos, radica el problema, porque en Estados Unidos existe “una continua exclusión de latinos más allá de la segunda generación” debido a que “en épocas anteriores no se reconoció el valor de ser proficiente en dos idiomas”.

Pero ahora, en un mundo globalizado, con una nueva realidad demográfica y con amenazas a la seguridad nacional que requieren forzosamente entender otro idioma, “ya no existen dudas sobre el valor de aprender dos o más idiomas”.

Si ya no existen dudas, como dice Gouveia, ¿por qué entonces seguimos tan desconectados de la nueva realidad lingüística, tanto actual como futura?

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