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De este lado de la pared galáctica, el diálogo se ha infantilizado y la negación, globalizado

Recientemente la NASA anunció que, escondida detrás de la Vía Láctea, existe una “pared galáctica” de asombrosas proporciones y que, pesar de su inmenso tamaño, sólo ahora pudimos descubrir porque nuestra propia galaxia la encubría. Me pregunto entonces qué se esconde que aún no podemos ver detrás de la pared galáctica.

Y también me pregunto cómo puede ser que problemáticos bípedos implumes en un insignificante planeta orbitando una pequeña estrella en un remoto rincón de la galaxia sigamos creyendo que los límites de nuestros conocimientos son los límites de la realidad. Después de todo, hasta hace menos de un siglo creíamos que la Vía Láctea era todo el universo.

Se le puede perdonar a una criatura pequeña, que habitualmente sólo puede ver a no más de medio metro de distancia, que crea que el mundo se termina allí hasta donde alcanza su vista. Por eso, a los bebés les causa risa que un objeto que ellos creían desaparecido luego reaparezca, como cuando la madre juega a “esconder” un juguete y luego “reaparecerlo” ante el bebé. 

También se les puede perdonar a los niños de corta edad que crean durante varios de los primeros años de sus vidas que sus padres nacieron adultos, que los padres nunca fueron niños. De hecho, se requieren varios años hasta que los niños forman la idea de “pasado” y muchos más años para llegar a entender que existe un pasado histórico y prehistórico. 

Mientras tanto, con un entendimiento limitado del tiempo, los niños asumen que antes de ellos no hubo nada y sólo lentamente comprenden que, en realidad, llegaron a un mundo que les precedía, tanto en un sentido “geológico” como “cultural”. 

A los niños se les puede perdonar que confundan los límites de “su” mundo con los límites del mundo, pero para los adultos no hay excusas, sepan o no sepan lo que hacen. Sólo la más profunda ignorancia arrogante, que se reconoce ignorancia. pero no le importa (cuyos ejemplos se repitan ahora a diario y en todos los niveles) cree que “su” mundo es “el” mundo.

Sin embargo, eso es exactamente lo que vemos en estos tiempos y, quizá, lo que siempre nos ha sucedido a los humanos: tomamos lo parcial como si fuese la totalidad, lo provisorio como si fuese lo definitivo y lo pasajero como si fuese permanente. Y además confundimos lo cotidiano con lo normal y el mapa con el territorio. 

Por eso, de este lado de la inmensa pared galáctica que la NASA recientemente descubrió el diálogo se ha infantilizado y la negación se ha globalizado. 

Muchos diálogos ahora comienzan con “De esos temas no se debe hablar”, pero “esos temas” son precisamente aquellos que se enfocan en las relaciones entre los humanos, entre grupos de humanos, y de los humanos con el universo o la divinidad. Es decir, son temas de los que deberíamos hablar. 

Pero el “negacionalismo” se ha expandido tanto que la lógica, si aún existe, deba haber quedado al otro lado de la pared galáctica. 

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