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Project Vision 21

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¿Qué vemos, cuando sólo nos vemos a nosotros mismos?

Decía Anais Nin que “no vemos las cosas como son, sino como somos”. Y, más recientemente, Byung-Chul Han afirmó en La Sociedad del Cansancio que los humanos de nuestra época hemos perdido la capacidad de “demorarnos” frente a objetos a los que ya no les prestamos la debida atención, como las obras de arte.

A esa combinación de ver las cosas como somos (todo es según el color de los lentes con los que uno mira) y de ya no “demorarse” con las cosas, se le debe agregar un tercer e innegable elemento, el narcisismo hedonista, que no solamente ya no reconoce a los objetos como tales, sino que sólo busca que la realidad provea placer, aunque sea efímero.

Hace algunas semanas, al visitar un conocido museo, tuve la oportunidad de ver todos esos elementos en acción. Llegué temprano para estar entre los primeros en entrar y, cuando finalmente se abrieron las puertas, me encontré con una inesperada y caótica estampida de “personas” que alocadamente corrieron a ver una famosa obra de arte. 

No corrí (no es una de mis especialidades y mucho menos dentro de un museo), pero caminé lo más rápido que pude para llegar al lugar. Y allí presencié exactamente lo que advirtió Han: ya nadie se demora. 

En vez de mirar o admirar la obra de arte, la gran mayoría que aquellos que en tropel habían llegado al lugar le dedicaban unos pocos segundos a tomarse una “selfie”, haciendo inevitablemente el símbolo de la “V” con sus manos y, en muchos casos, incluso tapando con su rostro la obra de arte.

Claramente, se trataba de una expresión de desdén hacia las creaciones exhibidas en el museo, como diciendo: “Aquí no existe nada bello ni importante y lo único que vale la pena ser retratado soy yo”. 

Por eso, sólo segundos después de haber capturado su “selfie”, estos humanos posmodernos ya habían abandonado el lugar, posiblemente para dirigirse a otro sitio (pintura, escultura, iglesia, puente, monumento, o lo que sea) al que pudiesen cubrir con su propia imagen, imponiendo así su narcisismo a la realidad. 

Quizá por eso esas personas hacían el símbolo de la “V”, que generalmente se asocia con la victoria, para marcar su victoria personal sobre la historia, sobre la cultura, sobre la creatividad, sobre la belleza, sobre la espiritualidad. 

O quizá el símbolo de la “V”, también asociado con la paz, indicaba que el anteponerse uno mismo a la realidad causa cierta paz interior, aunque esa paz sea momentánea, porque para no ver las cosas, sino sólo vernos (Nin) y para no demorarnos con las cosas (Han) necesitamos correr inmediatamente a algo más frente a lo cual retratarnos. 

Y eso es exactamente lo que estas personas hacían: correr de un lugar a otro para tomarse sus selfies, sin nunca detenerse y moviéndose más rápido que una abeja recolectando polen. Pero al menos la abeja contribuye abnegadamente a la colmena y no publica imágenes en las redes sociales sólo para ventilar su frágil ego. 

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