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¿Qué debemos hacer cuando el mundo se desmorona?

Claramente lo que está sucediendo en Estados Unidos y a nivel global no es una “simple crisis” sino que es una situación que podría causar el derrumbe del estilo de vida al que muchos de nosotros nos hemos acostumbrado (o, mejor, mal acostumbrado).

Esta crisis no es el fin del mundo. Jerusalén, Roma y El Cairo, para nombrar solamente algunas ciudades, fueron conquistadas y destruidas numerosas veces, y, sin embargo, aún siguen existiendo.

Japón y Alemania perdieron una durísima guerra, pero lograron recuperarse. Y España, Inglaterra o Francia ya no son potencias imperiales como lo fueron en siglos pasados, pero son países que mantienen su autonomía y ofrecen un nivel de vida adecuado a sus habitantes.

No hay dudas que en algún momento la crisis se superará. Pero eso no significa un regreso a un pasado de prosperidad, como, por ejemplo, fue la década de 1990 en Estados Unidos. El terrorismo, las guerras y la globalización impiden ese regreso al pasado.

La crisis se superará únicamente si el pueblo mismo reacciona y toma conciencia que no tiene sentido dejar que aquellas mismas personas que crearon la crisis (sean del partido o de la gran empresa que sean) queden ahora como encargadas de solucionar el problema.

Mientras tanto, en Cedar Rapids, Iowa y en Las Vegas, Nevada, ya existen “ciudades de tiendas de campaña (carpas)” en las que las personas que no tienen otro lugar para vivir ahora residen. Y este fin de semana se difundió en Albuquerque, Nuevo México, la noticia que algunas personas ya están viviendo en unidades de almacenamiento (“self-storage units”, en inglés) porque no tiene dinero ni para alquilar un apartamento.

En otras ciudades ya se habla de escuelas públicas que tendrían que cerrar debido a que, por el alto número de reposesión bancaria y por lo tanto de viviendas abandonadas, la recaudación del impuesto a la propiedad ha disminuido tanto que ya no alcanza para mantener las escuelas.

Y el hecho que el rescate económico de Estados Unidos tenga que hacerse con miles de millones de dólares significa que la moneda (el dólar) ha sido devaluada y que ahora vale mil veces menos que antes. Si el gobierno fuese honesto, le quitaría tres ceros a la moneda, como lo tuvieron que hacer muchos otros países en épocas de hiperinflación (Alemania y Argentina, por ejemplo).

Pero el gobierno (sea del partido que sea, sin importar quién esté en control de la Casa Blanca o del Congreso) no es honesto. Por ejemplo, ni los alimentos ni la energía (gasolina) se incluyen en el índice de inflación. Y si una persona ya no recibe el pago por desempleo se la deja de contar como desempleada aunque no haya conseguido trabajo.

En otras palabras, tanto la inflación como el desempleo en Estados Unidos son mucho más altos de lo que creemos.

¿A dónde nos llevará todo esto? Según una historia de AP, a la violencia y la desesperación. (“Funcionarios temen soluciones violentas”, 13 de octubre). ¿Es ésa la única respuesta?

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