Menu
header photo

Project Vision 21

Transforming lives, renewing minds, cocreating the future

Blog Search

Blog Archive

Comments

There are currently no blog comments.

¿Por qué automáticamente me declaran culpable?

Francisco Miraval

Estoy muy seguro que no soy el único a quien aparentemente se lo declara culpable (de cosas pequeñas, casi insignificantes por cierto) sin que quien así lo declara se tome el tiempo de primero investigar las cosas o de comprobar si yo tuve o no algo que ver con el problema en cuestión. Y esta “tendencia” ya está poniendo mi paciencia a prueba.

Recientemente, por ejemplo, una persona en un alto puesto en una de las organizaciones para quien realizo trabajos de consultoría, comenzó a recibir llamadas en español (idioma que esa persona no habla) en su número privado.

Recibí un mensaje electrónico de esa persona preguntándome por qué yo había compartido su teléfono privado con la comunidad hispana cuando yo sabía que ese número no era para compartir y que esa persona no entiende español. Casi inmediatamente comencé a recibir mensajes de otros empleados de la misma empresa, indignados por mi falta de profesionalismo.

Envié entonces un mensaje a la persona en cuestión recordándole que yo jamás le había ni pedido ni recibido su número privado y que, por no tener yo esa información, no era yo quien la compartió con otros. Quizá, sugerí, alguien de su organización comenzó involuntariamente a transferir ciertas llamadas al teléfono privado de la persona afectada.

Pocas horas después recibí otro mensaje indicando que eso era precisamente lo que había sucedido. Obviamente, les resultó más fácil acusarme que investigar el problema y encontrar su origen. Y les resultó más fácil acusarme que pedir disculpas (algo que sólo hizo la persona afectada, pero no ninguno de los otros “indignados”).

Otro ejemplo. Recientemente me sugirieron escribir una historia sobre un problema social con un impacto negativo principalmente entre niños hispanos en una cierta ciudad de Colorado. Con la idea de realizar un pequeño aporte para el mejoramiento de la comunidad, acepté la sugerencia y comencé a llamar a algunas personas con información sobre el tema.

Poco después recibí un mensaje de alguien a quien no conozco y que no me conoce acusándome de tratar de promover una conducta socialmente inapropiada hacia ciertos los niños hispanos en cuestión.

Usando palabras muy claras, esta persona no tuvo inconvenientes en acusarme desde no conocer el tema hasta escribir una historia con el propósito de perpetuar los prejuicios contra una parte de la población. El mensaje iba con copia a varios funcionarios públicos locales.

Había, sin embargo, un pequeño inconveniente que la persona acusadora aparentemente no tuvo en cuenta: yo no escribí la nota que tanto la había ofendido. Como la historia estaba en español, luego me dijo, pensó que esa nota era de mi autoría y, por eso, consideró apropiado acusarme y, al hacerlo, enviarles copia a sus supervisores. “Yo pensé que…” fue todo su intento de disculpas (sin copias a nadie, por cierto.)

Me pregunto si mi edad, mi peso, mi nombre, mi nacionalidad, mi idioma, mi desodorante o el color de mi camiseta me hacen aparecer tan rápidamente como culpable por cosas que yo ni siquiera hago.

Go Back