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¿Es el Sistema Solar un ser vivo y en evolución?

Una reciente imagen difundida por la NASA muestra que el Sistema Solar, cuando se tiene en cuenta el campo magnético generado por el Sol y los vientos solares, luce como una criatura en gestación, algo que no ha pasado desapercibido para aquellos que sostienen que el Sistema Solar es parte de un universo viviente y evolucionando.

En vez de la usual representación de un sistema planetario con el sol de gran tamaño en el medio, más los planetas en sus órbitas y algunos elementos adicionales (asteroides entre Marte y Júpiter, numerosos objetos más allá de Neptuno), el Sistema Solar, con su heliosfera incluida, semeja, para algunos, un cuerpo alienígena y, para otros, una especie de cometa. 

Para los astrónomos que estudiaron y midieron la heliosfera (basándose en seis décadas de estudios previos), la forma del Sistema Solar parece una “medialuna (croissant) desinflada”. 

Sea como fuere, no es la imagen habitual que tenemos de nuestro sistema planetario y, por lo tanto, surge la pregunta de cuánto sabemos en realidad del Sol y los planetas y, sobre todo, de la “identidad” del Sistema Solar. 

¿Se trata solamente de una acumulación azarosa de gases y rocas que, tras chocharse entre ellos adoptaron la forma que ahora tienen? ¿O se trata de algo más, quizá de una especie de ser cósmico en gestación que aún no ha salido de su etapa inicial? 

Y si ese fuese el caso, es decir, si se acepta que el Sol y sus acompañantes espaciales forman parte de una entidad viviente, ¿no se estaría confirmando lo que numerosos pueblos antiguos enseñaron y creyeron durante milenios? 

Seamos claros: el estudio de la NASA ni dice ni sugiere nada de eso. Pero varios comentaristas de temas científicos expresaron, al ver la imagen, que no se necesita demasiada imaginación para ver esa imagen como si fuese algo viviente. 

Y entonces, ¿dónde quedamos nosotros? Dicho de otro modo, si nosotros, pequeños componentes del Sistema Solar (e insignificantes componentes del Universo) podemos detectar con nuestra limitada consciencia que el Sistema Solar tiene vida, ¿qué clase de consciencia y qué clase de vida tiene el Sistema Solar? ¿Y en qué se está transformando? 

¿Es el Sistema Solar una especia de oruga espacial que en su momento se transformará en una mariposa de impensables proporciones? ¿Y qué pasará con nosotros (mejor dijo, nuestros descendientes) cuando esa metamorfosis tenga lugar? 

Quizá sea hora de repensar no solamente lo que sabemos del Sol y de los planetas, sino que lo asumimos que sabemos y lo que creemos que sabemos. Después de todo, si el Sol no es lo que creemos, entonces nosotros tampoco somos lo que creemos. Quizá sea adecuado aceptar que es más lo que asumimos que lo que sabemos. 

La idea del Sol y los planetas como seres vivos ni es nueva ni es reciente. De hecho, los faraones se consideraban descendientes del Sol y los planetas llevan nombres de dioses. Pero ver al Sistema Solar como un ser en gestación ofrece nuevas (y atrevidas) posibilidades. 

 

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