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¿Cuánto tiempo más celebraremos la creatividad?

Francisco Miraval

En una reciente presentación, el filósofo inglés Nick Bostrom explicó los riesgos que la humanidad enfrentará en el futuro cercano y entre esos riesgos este pensador ubicó a la creatividad.

Según Bostrom, la humanidad corre el riesgo de que alguien con una mente realmente creativa llegue algún día a inventar algo tan maravilloso que por eso mismo podría ser desastroso para toda la humanidad, causando quizá un estancamiento permanente del desarrollo humano o quizá incluso la extinción de la humanidad.

El argumento de Bostrom es claro: hasta ahora pudimos controlar la energía atómica y no nos hemos autodestruido y también pudimos controlar las vacunas sin haber creado una mortal superepidemia. Pero quizá nos estemos acercando a algún otro invento creativo (¿exocerebros? ¿implosión espacial artificial?) que se escapará de nuestro control.

La creatividad que hasta ahora nos ha ayudado a sobrevivir como humanos, cuando se la enmarca en el contexto de una civilización tecnocientífica y globalizada, quizá, afirma Bostrom, pueda llevarnos a una irreversible tragedia.

Uno podría concluir que entonces es mejor, para preservar el futuro de la humanidad, que dejemos de ser creativos. (No es eso lo que Bostrom propone, claro está.) Quizá, podría decirse, es mejor no pensar tanto, no investigar, no imaginar. De esa manera no correremos el riesgo de que la creatividad nos llegue a la destrucción.

La idea de detener la creatividad parece ridícula, pero por lo menos Scott Timberg, escritor y periodista, no solamente se no hay nada de ridículo en los intentos para socavar la creatividad sino que toda nuestra cultura se está dedicando a esa tarea.

En su libro Choque Cultural: La Matanza de la Clase Creativa, Timberg afirma que a partir de la reciente Gran Recesión económica (alrededor de 2008), la nueva cultura firmemente postmoderna, tecnocientífica (y, agrego yo, cada vez más transhumana) ha provocado una “devaluación del arte y de las humanidades”.

Los músicos, los artistas, los periodistas, los escritores y en definitiva toda la clase creativa “se está derrumbando”, afirma Timberg. Para este escritor, la desaparición de los “creadores de cultura” significa “no sólo una disminución del arte, sino también una disminución del entendimiento de nosotros mismos, de los otros y del espíritu humano eterno”.

Si el arte y las humanidades están desapareciendo, ¿qué las reemplaza? Según Timberg, la creatividad está siendo reemplazada por una sociedad de consumo “que no perdona y en la que el ganador se lleva todo”.

¿Será por eso que la mitad del tiempo que los alumnos pasan en las escuelas lo dedican a aprender cómo aprobar un examen pero no a aprender algo nuevo? ¿Será por eso que más de la mitad del tiempo de los maestros se dedica a preparar o corregir exámenes y no a la enseñanza?

Me pregunto qué sería mejor para la humanidad: un futuro sin riesgos pero también sin creatividad o un futuro abierto a la creatividad a pesar de los riesgos. No lo sé. Y si cada vez se puede pensar menos y soñar menos, entonces nunca lo sabremos.

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